Los Cimentos de la Biblioteca
Gracias al legado del Dr. José Eleuterio González, perpetuado a través de sus publicaciones, podemos concebir nuestra biblioteca. Sus discursos e investigaciones en medicina, botánica y ética médica conformaron de manera inicial el acervo que ahora conocemos. Hacia 1897 tenemos noticias del primer bibliotecario: José J. Montemayor.
El 9 de noviembre de 1952 se inauguraron las instalaciones de la Facultad de Medicina con la apertura del Departamento de Anatomía. Ese mismo año nuestra biblioteca migra las colecciones del antiguo acervo al nuevo espacio y adecúa los espacios para el estudio de los estudiantes. Inician nuestras operaciones.
Debido a la creciente demanda de matrícula en la universidad la biblioteca fue ubicada en el sótano de la facultad, en los actuales laboratorios de Bioquímica y Medicina Molecular. Operaba en un horario de 7am a 4 pm, solo existía una sala de estudio común y el espacio era limitado.
Nacimiento del CRIDS
Como subdirector de la facultad en 1974, el jefe del departamento de Farmacología, el Dr. Alfredo Piñeyro López, se esforzó por mejorar las condiciones de la facultad. En relación a nuestra biblioteca, patrocinó cursos de especialización al personal, robustece el acervo con nuevos libros y revistas y finalmente propuso la construcción de un nuevo espacio para la biblioteca: el Centro Regional de Información y Documentación en Salud, el CRIDS.
En 1975 se había propuesto el servicio 24 horas los 7 días a la semana contando con 4 turnos laborales; mañana, tarde, noche y fines de semana. Esto para aumentar el servicio a los estudiantes, sin embargo, esto no fue suficiente, pues la matrícula aumentaba año con año y los espacios para el estudio eran cada vez más reducidos.
Con el proyecto del edificio nueva biblioteca se proyectaba un espacio que contara con salas de estudio, salas de lectura, módulos de referencia, estantería abierta y, sobretodo una infraestructura que diera soporte a la población estudiantil que año con año aumentaba. Aunque originalmente se estimaban cinco plantas; solo se lograron tres. Si bien el CRIDS se había formado como un ente separado de la biblioteca, físicamente estaban en el mismo espacio, pues compartían un propósito en común: facilitar el acceso a la información. Más tarde, en 1992, 30 años atrás, sus servicios se fusionarían bajo una misma directriz.
La Biblioteca Moderna
Para inicios de la década de los 90, la biblioteca contaba con múltiples salas de lectura, acervos especializados y un espacio cultural propio. Con la migración de la biblioteca en 1992 a las instalaciones del CRIDS, se inicia un nuevo proceso de actualización y mejoramiento de sus servicios. Nuevos equipos de cómputo para la búsqueda de información, salas de estudio con acervos abiertos para los estudiantes, entre otros.
A finales de los años 90, los servicios del CRIDS contaban con cinco acervos, cuya información se encontraba catalogada y automatizada en diferentes bases de datos, tanto físicas como virtuales. Asimismo, fue la primera biblioteca de la UANL con contar con un programa automatizado de ingreso de alumnos. También, el CRIDS fue precursor en el uso del programa ADONIS en México, base de datos a nivel internacional con información de revistas e investigaciones en áreas de la salud, así como ARTEMISA, artículos científicos editados en México sobre salud. Nuestra biblioteca fungió apoyo en la conformación de la Red Nacional de Colaboración en Información y Documentación en Salud (RENCIS).
La inauguración del Lobby central el 11 de diciembre de 2015 supuso la finalización de la adecuación del CRIDS como espacio multidisciplinario. De igual manera, se renombraba el edificio en honor al Dr. Alfredo Piñeyro López, nuestro más importante impulsor.
A través de estos cambios, el CRIDS ha ido modificando su infraestructura para cubrir los requerimientos de nuevos servicios que oferta.
Nuestra Actualidad
Nuestra biblioteca ha sido testigo silenciosa de los cambios que transcurren a nuestro alrededor. Cambios administrativos, políticos, sociales, culturales y, sobre todo, científicos. Representamos ese pequeño y digno espacio que facilita el acceso a la información a quienes buscan complementar su formación profesional. Sin embargo, hace 30 años la migración a este edificio suponía la solución a un problema: la falta de espacios para el estudio y el trabajo, un acervo accesible para todos, y sobretodo, mejoras estructurales para fortalecer la experiencia de estudio. 30 años después, nos encontramos en un panorama similar al de finales de los 70.
Desde su apertura en el campus en 1952 y hasta la fecha, nuestra biblioteca ha tenido varios nombres:
• Dr. Enrique Garza Rocha
• Dr. José Eleuterio González
• Centro Regional de Información y Documentación en Salud: Dr.
Alfredo Piñeyro López
Su misión es la de proveer servicios bibliotecarios, de información y educación en la búsqueda, recuperación y uso de la información en el área de la salud a nuestra comunidad de usuarios y su visión ha sido la misma desde sus inicios, y es la de consolidar sus servicios y posicionarse como un espacio para la gestión del conocimiento al servicio del estudio de la medicina. En 70 años de existir, hemos adaptado nuestras circunstancias y estrategias a los cambios que suponen las nuevas generaciones; cada vez más globalizadas y adentradas al mundo en constante cambio.
Con la pandemia del SARS COVID-19, nuestra institución sufrió los estragos de este evento que cobró la vida de incontables personas, docentes y colegas; sin embargo, supimos hacer frente mediante estrategias que aseguraron nuestra supervivencia y que nos moldearon para hacer frente de manera conjunta. Nuestra biblioteca se unió a los esfuerzos de la facultad por permanecer en operaciones de manera acorde a las medidas de precaución, alargó el préstamo de libros y su renovación a distancia, suspendió multas, garantizando, poco a poco, el acceso al estudio y la reincorporación a la nueva normalidad, proceso que, en la actualidad, continúa.
La relevancia de la biblioteca, a través de sus 70 años, no solo está marcada por sus cambios estructurales y administrativos, sino por la forma en la que ha transformado su quehacer dentro de la comunidad universitaria para poner la información al servicio de la salud.